Nájera - Santo Domingo: media del Camino
-muy dura -
Sábado 1 de marzo: Todo el día lloviendo en Artajona. Sin viento y
poder ir a pasear por el Cerco bajo la lluvia, como si de un cuento se tratara.
Y mañana qué día tendremos por Logroño.
Llegó mañana, tiempo muy bueno, 13 grados,
contra las previsiones que yo conocía, temperatura agradable para ir a correr. Había
que cambiar planes sobre el vestuario. Toda la
ropa en la que había pensado nos sobraba.
Puesta en marcha hacia Santo Domingo
a por el dorsal. Allí buscamos un bar para
tomar un café y entrar en el baño. Vamos muy justos de tiempo, hay que volver para Nájera de donde
partía la carrera. Llegamos justos. Paramos junto al rio y termino de prepararme
para ir corriendo a buscar la línea de salida. Me acerco a las inmediaciones de
la colegiata de Santa María la Real, ese monumento en el que se rinde culto a
los reyes de Navarra y en el que guardan los grandes recuerdos de una “reinica”
de Artajona que falleció siendo casi una niña, cuando daba a luz a Alfonso
VIII, el de las Navas…). Bueno, a lo que iba. Las salidas tienen su encanto,
su nerviosismo para algunos. Menos poético
de lo que parece ya que algunos corredores andan buscando baños, mirando relojes, preparando calentamientos… Y llegó la salida, sin apenas tiempo para
calentar.
Una cuesta de aperitivo, de miedo, bien grande. Sabía que era dura
pero no tanto. En la línea de salida aproveché el tiempo para hablar con la
gente. Impresiones sobre la dureza del recorrido, tiempos posibles, etc. Voy de despistado.
Por allí veo un corredor disfrazado de medieval, pues allí que voy . Qué hace aquí un medieval con estas
trazas . Y me cuenta. Le pregunto por la ropa, por el coste de la ropa, por todo que se me
ocurría. Me cuenta que ha venido
recientemente de Teruel. Y yo pienso en
mi Teruel, añorado Teruel, la ciudad de
los amantes. Yo soy de Artajona, tenemos
medievales, ya hablaremos. Vamos
por las cuestas “oye, medieval
templario, en cuánto tiempo haces la
carrera? - 1,29. - Hala, a ver si te sigo. Vestido de esa guisa adónde
vas, hombre. Bueno, este año no haré 1,29. - Yo tampoco.
No hay bajada. Algún falso llano. Es dura. Subidas. Luego viene el barrizal, dos o tres km de
barro. Las zapatillas clavadas en el barro todo el camino, la pista llena de pisadas de barro, por
delante de mí igual van 200 personas. Me
doy la alegría de adelantar a algunos corredores. Atrevido. Siguen las cuestas,
me adelantan algunos a los que había
adelantado. Comprendo que tengo que tomármelo
con más calma. “Luego viene lo duro”, dicen, “en
el km 12/13 la gente se queda clavada”. Veo el alto “será eso” “sí, eso y algo que luego continúa”. Hemos dejado el barrizal, a veces nos hemos
metido por una finca sembrada evitando la
impracticable pista. En la cuesta voy a
aprovechar para meterme un gel y una barrita
energéticos. Algunos corredores
suben andando . Me resisto a subir andando por dura que sea. Ya acaba… El km. 13 se hace más largo que el 12 y
además no hay bajada. Casi siempre está cerca el camarada medieval, cuyo
atuendo debe de ser una especie de penitencia este año que la semana santa cae más
lejos. Alimentarse en la subida no es mala idea y me ha venido muy bien. El Camino
de Santiago continúa con falsos llanos. Rompe piernas.
Mi tiempo no va a ser como el de anteriores
medias pero por lo menos a ver si
maquillamos un poco el resultado. No sé dónde están los viñedos que anunciaba
el cartel del acontecimiento “entre viñedos”, acaso el cansancio no me ha
dejado disfrutar del paisaje ni de los almendros que tienen que estar en flor,
como es de rigor por estas fechas.
Y la carrera sigue. Corremos ya por el Km 17. Parece que lo duro se acaba, por fin bajada. Tenemos delante Santo Domingo.
Me dejo caer. Es semejante a la
entrada en Donosti con la Behobia. Busco los indicadores del km 18 y el del 19.
Ya no queda nada, esa nada que en los últimos km se eterniza. Entramos por las calles de la ciudad. Me adelanta un chico, es joven y tiene pintas de atleta , ni me
planteo seguirle. Me adelanta una chica,
me planteo algo, mas concluyo lo de siempre. Falta un km, si viene así es que está fuerte ¿para qué seguirla? Esta carrera tal vez no esté homologada. No sé
si son exactos los 21095, lo cierto es
que en esta ocasión la meta se me echa
encima muy pronto, parece que demasiado pronto. Treinta metros antes de la
meta y donde aparecen unas nuevas vallas, me espera mi hijo. Enseguida sale en mi busca y entramos como dos
héroes “ papá, qué rápido”. “Adelante,
Ian, vamos a volar” y al pasar la meta nos
abrazamos. Luego aparece mi esposa y hago unos estiramientos y vamos al aperitivo
en La plaza de España donde el vino
es el mayor y mejor manjar. Está atestada de gente, Ian quiere jugar con los hinchables. Me pongo
un poco de ropa. La plaza es muy renacentista y la iglesia está adosada a una
casa. Un arbotante dibuja una curva cerca del ábside. Algunas casas rompen con
el entorno, son demasiado modernas. Aún
se conservan buena parte de los pórticos y los soportales. Para cuando salimos
de allí he cogido un catarro de notable consideración: supuración total de líquidos incontrolados,
viscosos y transparentes que desde las fosas nasales pueden alcanzar las
comisuras de los labios si no encuentran por el camino algún impedimento.
Vamos a comer a Ezcaray. En
la plaza había caído “mani a mani” casi una botellita. En Valdezcaray comemos bien. Es un pueblo bonito con muchos
bares y restaurantes. He llegado el 170,
más o menos, de más de mil, aunque se
han retirado unos cuantos y en meta no han entrado mil. No ha estado mal, creo
que ha sido un buen entrenamiento. A pesar de que la temperatura es similar a la de la mañana, la sensación térmica
es mucho más fría. De vuelta a casa, comienza a llover.